– ¡Matame! Matame si eso es lo que querés, ¡pero mírame bien a los ojos hijo de puta!, y no dejes de mirarme ni cuando esté tirado. Matame si podés soportar eso.
El otro hombre miró al techo y un segundo después apretó el gatillo.
– ¡Matame! Matame si eso es lo que querés, ¡pero mírame bien a los ojos hijo de puta!, y no dejes de mirarme ni cuando esté tirado. Matame si podés soportar eso.
El otro hombre miró al techo y un segundo después apretó el gatillo.